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El salmón es muy apreciado por los pescadores por su feroz vigor y por los cocineros por su delicado sabor. Puedes preparar este pescado de innumerables formas: crudo, a la plancha, asado, al horno o cortado en filetes. Puedes fumarlo o hacer un guiso. No es necesario quitar las escamas de los flancos plateados del salmón, pero muchos cocineros prefieren hacerlo antes de colocar el pescado en el horno o en la parrilla, evitando que las escamas dañen la presentación del plato.
Paso 1
Lava el salmón y colócalo sobre una superficie. Quitar las escamas es más fácil si el pescado está mojado, por lo que es una buena idea permanecer cerca de una fuente de agua corriente, como el fregadero de la cocina.
Paso 2
Sostenga el pescado con firmeza. Puede comenzar desde cualquier extremo, pero como debe quitar las escamas en la dirección opuesta de crecimiento, es más fácil comenzar con la cola y continuar pelando el salmón hasta la cabeza. Entonces, en ese caso, sostenga la cola con guantes o una toalla de papel para ayudar a asegurar un buen agarre.
Paso 3
Coloque la hoja del cuchillo en el costado del pescado, con la punta afilada cerca de la piel. Sostenga la hoja en un ángulo de aproximadamente 45 grados con la punta roma de la hoja inclinada hacia la cabeza.
Paso 4
Raspa la hoja del cuchillo del costado del pescado hacia la cabeza, es decir, en sentido contrario al crecimiento de las escamas. A medida que la hoja atraviesa las escamas, se pela y se separa de la piel. Cuando los quite, notará una reducción en la resistencia del cuchillo, lo que significa que no quedan escamas en el área raspada. Además, la piel sin escamas perderá algo de su brillo.
Paso 5
Continúe raspando hasta que el pescado se doble por completo. Luego dale la vuelta al salmón y quita las escamas del lado opuesto. Lávelo bien cuando haya terminado.