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El aroma y el picante del jengibre fresco lo convierten en una verdura ideal para uso culinario, como guarnición o en adobos. El jengibre es conocido por su capacidad para aliviar el tracto intestinal, ayudando a eliminar gases, así como por sus propiedades antiinflamatorias y potenciadoras de la inmunidad. Al elegir las raíces de jengibre en el mercado, seleccione aquellas que sean suaves y firmes, sin signos de moho. Si ya tienes jengibre en casa, comprueba que aún esté fresco antes de usarlo, con unos sencillos consejos.
Paso 1
Sostén la raíz de jengibre en tu mano. Debe ser pesado, lo que significa que todavía hay mucho "jugo" en el interior, lo que indica jengibre fresco y saludable. Si el jengibre es liviano para su tamaño, es una señal de que puede estar comenzando a secarse, lo que significa que ha pasado el momento ideal para su uso. El jengibre fresco también debe ser firme al tacto, si tiene partes blandas, no lo use.
Paso 2
Mira la piel de jengibre. El jengibre fresco tiene una piel suave y sin arrugas. El jengibre viejo se ve arrugado y abollado y puede contener manchas de moho blanco. La piel marrón clara es una buena indicación de que el jengibre está fresco, mientras que la piel oscura o que contiene partes blanqueadas significa que no está fresco.
Paso 3
Huele el jengibre, si está fresco desprenderá un aroma característico. El jengibre viejo no tiene ese olor. Si el jengibre desprende algún olor que no sea el propio, definitivamente no es fresco y debe desecharse.