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El síndrome de Stevens-Johnson consiste en un grupo de síntomas que ocurren cuando una persona tiene una reacción adversa a un medicamento (ver Recursos). Las personas que padecen este síndrome o una afección relacionada, denominada necrólisis epidérmica tóxica, suelen tener un aspecto desfigurado, con la piel desprendiéndose gradualmente, lo que puede hacer pensar que es contagioso. El síndrome de Stevens-Johnson no es contagioso, aunque al menos uno de sus síntomas puede serlo.
Sistema inmunológico
El síndrome de Stevens-Johnson es una reacción alérgica grave, lo que significa que el sistema inmunológico reacciona negativamente en respuesta a una sustancia o medicamento que se ha tomado. El sistema inmunológico de una persona puede reaccionar a casi cualquier tipo de medicamento.
Síntomas no contagiosos
Las reacciones cutáneas son las más frecuentes con el síndrome de Stevens-Johnson, que incluyen quemaduras, descamación, ampollas y erupción rojiza. También son comunes la fiebre y los síntomas similares a los de la gripe. Ninguno de estos signos del síndrome es contagioso.
Conjuntivitis
La conjuntivitis es uno de los síntomas del síndrome de Stevens-Johnson. Aunque el síndrome no es contagioso, es posible transmitir conjuntivitis de una persona a otra si el síntoma está presente. Lavarse las manos con frecuencia puede reducir el riesgo de contraer conjuntivitis de alguien que tiene el síndrome.
Tratamiento
Los analgésicos, los antibióticos y los líquidos de hidratación intravenosa se utilizan para tratar el síndrome de Stevens-Johnson, que presenta un riesgo de muerte si no se trata. Aunque los pacientes no son contagiosos, las visitas pueden limitarse para disminuir el riesgo de infecciones secundarias.
Apoyo
El apoyo de familiares y amigos es importante para quienes padecen este síndrome. Puede ser devastador para la salud de una persona y potencialmente fatal si no se pueden controlar las infecciones. Saber que el síndrome de Stevens-Johnson no es contagioso puede ayudar a generar apoyo para las personas que querían ayudar pero tenían miedo de contraer la enfermedad.