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Una rebanada de queso puede ser el acabado perfecto para un bocadillo o sándwich, o incluso para comer con galletas saladas o una copa de vino. Al igual que otros productos lácteos, como la leche y el yogur, el queso se echa a perder si no se almacena correctamente o después de un período de tiempo. El consumo de este queso podrido lo expone a bacterias que causan dolor de estómago y otros problemas de salud relacionados con ese órgano.
Paso 1
Busque la fecha de vencimiento que se encuentra en el empaque original. Si ya pasó esa fecha, no lo coma, aunque tenga un aspecto y un olor normales.
Paso 2
Averigüe si el queso se ha almacenado fuera del frigorífico o en un entorno similar y durante cuánto tiempo ha ocurrido. El sitio web de la Asociación Canadiense para la Educación en Seguridad Alimentaria del Consumidor “Mrs. Cookwell ”recomienda no comer quesos que hayan estado a temperatura ambiente durante dos horas o más.
Paso 3
Busque signos de moho en el queso. El sitio web "Mrs. Cookwell" establece que quitar el moho en un radio de 1 pulgada alrededor hace que el queso duro sea seguro para comer. Deseche los quesos blandos o procesados si tienen moho.
Paso 4
Huele el queso. Si huele a moho, tiene un olor desagradable o diferente, indica que no se debe comer.