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Hay dos tipos de acero que se utilizan en proyectos de construcción: galvanizado y sin tratar. El acero galvanizado está cubierto con zinc para reducir el óxido, agregar durabilidad y permitir una aplicación más fácil de imprimaciones y pinturas. El proceso de galvanizado produce un patrón cristalizado en variaciones de color, como mate, brillante y amarillento. Por otro lado, el acero sin tratar es liso y de color uniforme, pero no durará tanto en aplicaciones donde esté expuesto a elementos del medio ambiente o humedad.
Paso 1
Prepare una solución de tres partes de sal y una de agua, que se utilizará para probar la muestra de acero. Exponer el metal a esta solución es la forma más rápida y sencilla de determinar si la muestra ha sido sometida al proceso de galvanizado.
Paso 2
Sumerja un paño viejo en la solución salina y limpie la muestra de acero. Déjelo a un lado durante 24 horas para que se desarrolle el óxido. Sature el metal lo suficiente para que la solución penetre en el acero.
Paso 3
Compruebe si hay óxido después de que la muestra se haya dejado reposar durante 24 horas. El acero no tratado se habrá oxidado en un día, mientras que el acero galvanizado no cambiará. El revestimiento de zinc se convierte en parte de la estructura de acero durante la galvanización y evita la corrosión.
Paso 4
Lame la muestra de acero si aún no está seguro de si el metal pasó por el proceso de galvanizado. El acero galvanizado tiene un sabor a piedra caliza y el sabor es distinto y bastante evidente.
Paso 5
Evalúe los resultados de su prueba y observe cuidadosamente el color de sus muestras. Si el acero muestra variaciones en colores y patrones, además de la ausencia de óxido, el metal probablemente pasó por el proceso de galvanizado. Si la muestra es de color uniforme y se oxida, es seguro asumir que es acero sin tratar.