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Los sistemas bicamerales son tipos de poder legislativo donde hay dos cuerpos legislativos separados. Estos dos cuerpos generalmente tienen diferentes tamaños y poderes, aunque representan a las mismas personas. Como en la mayoría de los sistemas políticos, las legislaturas bicamerales tienen una serie de ventajas y desventajas.
Compartiendo el poder
Un sistema bicameral divide el poder, lo que evita que se concentre en manos de un solo grupo. En los Estados Unidos, por ejemplo, la Cámara de Representantes inicia las leyes presupuestarias, mientras que el Senado confirma las mociones presidenciales y aprueba las decisiones de política exterior. Al distribuir la potencia de esta manera, todo el sistema se mantiene "bajo control", ya que es más difícil influir en dos cámaras que en una.
Amplio versus enfocado
En la mayoría de los sistemas bicamerales, una cámara tiene muchas menos personas que la otra, aunque representan la misma población. Esto significa que la cámara con más personas representa menos personas para cada miembro. Esto significa que los legisladores de la cámara más grande (en el caso estadounidense, la Cámara de Representantes) representan un área más pequeña y se enfocan en problemas locales, mientras que los miembros de la cámara más pequeña pueden enfocarse en problemas más generales.
Complejidad
Un sistema bicameral es, por definición, 100% más complejo que un sistema unicameral. Dos cámaras significan dos estatutos, dos procedimientos electorales y dos tipos de representantes. Aunque teóricamente es una mejor representación, también puede ser lo contrario. Tener dos cuerpos legislativos significa que la política se convierte en un club exclusivo; las personas que comprenden mejor el sistema tienen más probabilidades de influir en él, y cuanto más complejo es el sistema, menos personas lo comprenden.
Representación
Puede argumentar que el sistema bicameral es menos representativo que el sistema unicameral. Esto se debe a que el poder se difunde y por lo tanto se diluye. Si, por ejemplo, alguien apoya la política exterior de un candidato a la Cámara de Representantes, pero no encuentra un candidato al Senado con el mismo proyecto de ley, ese votante no tiene a quién votar; si su candidato a la Cámara gana, no tendrá voz en politica externa. Lo equivalente es válido para las leyes presupuestarias.