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La definición literal de perfusión es fluir sobre o a través de algo. En lo que respecta al cuerpo, la perfusión es el flujo de sangre a través de los órganos. Este flujo es fundamental para mantener la vida porque, cuando funciona correctamente, transporta el oxígeno por todo el cuerpo y elimina los desechos, evitando que se acumulen en el cuerpo. Sin embargo, cuando este sistema no funciona correctamente debido a una enfermedad o lesión, el cuerpo sufrirá porque no recibe suficiente oxígeno. Luego, desvía la sangre al centro del cuerpo, donde se encuentran los órganos vitales. Muchos de los primeros signos de mala perfusión se manifiestan a través de la piel. Es importante encontrar su causa, porque cuando los órganos se ven privados de oxígeno comienzan a dejar de funcionar, provocando la muerte.
Tiempo de llenado capilar
La velocidad a la que la sangre rellena los lechos capilares es una prueba rápida y sencilla para determinar el estado de la infusión. Use su pulgar para presionar brevemente en un área de piel que sea de fácil acceso; el brazo es una buena alternativa. Cuando se quita el pulgar, el área que se comprimió será blanquecina porque obligó a la sangre a salir de los capilares. Cuente cuánto tarda la sangre en volver a llenar el espacio blanquecino. Una buena perfusión está indicada cuando el tiempo de llenado capilar es de dos a tres segundos. Tenga en cuenta que la temperatura afecta la circulación sanguínea de la piel, por lo que este método puede ser inexacto si se realiza en temperaturas extremas. Otros signos de baja perfusión relacionados con la piel pueden ser el color, la temperatura y la enfermedad.
Náusea
La mitad del trabajo de la perfusión es eliminar los desechos del cuerpo, ya que los elimina cuando comienzan a acumularse. El cuerpo reacciona a esta acumulación tratando de deshacerse de ella por sí solo, lo que provoca náuseas y vómitos. Debe examinarse la presencia de sangre en la emesis o vómito, ya que esto puede indicar hemorragia interna.
Estado mental
Un estado mental alterado es un indicador de mala perfusión, ya que el cerebro es el órgano del cuerpo más sensible a la hipoxia. Solo puede quedarse sin oxígeno durante seis minutos antes de que comience a ocurrir la muerte cerebral. La confusión, la ansiedad y la agitación son los primeros signos de que el cerebro no se está perfundiendo correctamente. La pérdida del conocimiento y las convulsiones son signos tardíos.