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La albahaca crece mejor fuera de casa, donde puede recibir luz y temperaturas adecuadas, pero también es posible cultivarla en interiores, siempre que esté en un lugar soleado. Si está cultivando una albahaca en el interior como un repelente natural de moscas, que no soporta su olor, o si la está cultivando para usar en recetas, nunca se dé por vencida con las plantas cuando están enfermas; sigue cuidándolos normalmente para revivirlos.
Paso 1
Cambie la maceta para asegurarse de que esté en un suelo bien drenado. Reemplácelo en una mezcla de siembra bien drenada. Elija una maceta con orificios de drenaje para asegurarse de que el agua no se acumule y las raíces no se empapen.
Paso 2
Desinfecte las hojas de las tijeras con alcohol isopropílico y retire las hojas dañadas o muertas. La eliminación de partes muertas estimula el crecimiento de áreas sanas de la planta.
Paso 3
Riegue el suelo alrededor de la planta hasta que los 2,5 cm desde la parte superior del suelo estén mojados, pero no empapados. No humedezca las sábanas. Vierta el exceso de agua de la superficie de la tierra según sea necesario. Deje que la tierra se seque antes de volver a regarla, pero manténgala cerca de otras plantas para aumentar la humedad o rocíe la planta con agua entre riegos.
Paso 4
Coloque el jarrón en una ventana orientada al sur que reciba de seis a ocho horas de luz solar directa al día. Dé la vuelta a la planta todos los días para asegurarse de que todas sus partes reciban la luz solar directa adecuada.
Paso 5
Aplique el fertilizante rico en nitrógeno, diluido a la mitad, cada cuatro a seis semanas en el suelo de plantación.