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Hundir los dientes en un filete de salmón libera sabores sabrosos y apetitosos en la lengua mientras el pescado se derrite en la boca. Sin embargo, morder un trozo de salmón en mal estado puede significar grandes problemas, especialmente si contiene la mortal bacteria E. coli. Porque, en ocasiones, está adobado o con otros sabores, se enmascara el olor a pescado malo, por lo que es vital inspeccionar cuidadosamente cualquier tipo de pescado antes de prepararlo para cocinarlo. Siga unos sencillos pasos antes de hacer salmón para que su experiencia con este delicado pescado siga siendo positiva.
Paso 1
Huele el pescado para ver si puede detectar olores extraños. Un pescado fresco tiene un olor normal, pero cuando el salmón se estropea su olor es dudoso y malo.
Paso 2
Vea el color de la carne dentro del pescado. El salmón puede desarrollar decoloraciones o manchas marrones a medida que se echa a perder. Debe ser de un color rosado o rojizo saludable que no sea demasiado oscuro. No siempre es fácil saber si el pescado está oscuro porque se le agrega un poco de tinte, así que verifique si hay otras señales de que está fresco.
Paso 3
Evalúe al pez para ver si los músculos internos aún están juntos. Deberías ver las líneas, pero deberían tener un vendaje encima de la carne. Estas áreas se separan gradualmente a medida que el salmón se echa a perder, pareciendo tener huecos.
Paso 4
Toque la carne rosada del salmón para sentir la textura. Debe verse un poco firme, pero no pegajoso. Cuando se daña, puede desarrollar una capa delgada y resbaladiza en la parte superior. El salmón fresco tiene un brillo claro, pero no pegajoso.
Paso 5
Mire los ojos del pez si la cabeza está intacta. Deben tener un aspecto claro y brillante, sin enturbiamientos ni manchas oscuras.