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La presión arterial alta, conocida como hipertensión, se refiere al aumento de presión en las arterias del cuerpo. El pulso, por otro lado, es una medida de la cantidad de veces que late el corazón en un minuto. A medida que aumenta la resistencia de las arterias debido a la presión arterial alta, el corazón responde empujando menos sangre, lo que reduce la frecuencia cardíaca. Este fenómeno no se observa en circunstancias normales, ya que tanto la presión arterial como la frecuencia cardíaca tienden a aumentar juntas. Sin embargo, ciertas enfermedades o el consumo de ciertos medicamentos que aumentan la presión arterial pueden causar una reducción correspondiente en la frecuencia cardíaca.
Hipertensión
La presión arterial se registra como dos números. La presión sistólica es la presión en las arterias cuando el corazón se contrae y corresponde a la presión más alta experimentada en las arterias. La presión diastólica es la presión en las arterias tan pronto como el corazón comienza a contraerse nuevamente y corresponde a la presión más baja en las arterias. Una presión sistólica de 140 mm Hg o más y una presión diastólica de 90 mm Hg o más son indicadores de hipertensión.
Pulso bajo
El corazón empuja la sangre a todas las partes del cuerpo a través de las arterias, que a su vez se expanden y contraen para acomodar la sangre. Un pulso en reposo de 60 a 100 se considera normal en los adultos, dependiendo de los niveles individuales de ejercicio, daño y enfermedad.
Causas
En personas con altos niveles de ejercicio diario, se observa comúnmente que la presión arterial es más alta de lo normal, aunque el pulso en reposo es muy bajo. Un pulso muy bajo también es un síntoma de bradicardia y pueden ocurrir otros, como debilidad, fatiga o dificultad para respirar. También puede deberse a un metabolismo bajo, permanecer en cama durante mucho tiempo, problemas autoinmunes o trastornos neurológicos. La hipertensión es causada por estrés, enfermedades como la diabetes, disfunción renal, trastornos hormonales y otros trastornos cardiovasculares.
Síntomas
Los síntomas de un ritmo cardíaco bajo son letargo, dificultad para respirar y desmayos. En las personas que hacen ejercicio, es posible que no haya síntomas. Si hay síntomas fuertes, debe consultar a su médico de inmediato. La hipertensión también es una condición que puede pasar desapercibida hasta que se manifiesta en situaciones como infartos o accidentes cerebrovasculares. La hipertensión a largo plazo puede provocar insuficiencia de órganos vitales, hemorragia interna y convulsiones debido a la inflamación del cerebro.
Complicaciones
Un pulso bajo prolongado puede causar desmayos frecuentes, paro cardíaco, asfixia inmediata y muerte debido a la insuficiencia de tejido cardíaco para bombear suficiente sangre al cuerpo. Se observan complicaciones similares en personas con hipertensión crónica. Las paredes del corazón y las venas se engrosan debido a la presión arterial alta y, finalmente, hacen que las arterias y el corazón se endurezcan. Estas condiciones pueden provocar un ataque cardíaco, un derrame cerebral y una insuficiencia de órganos vitales.
Diagnóstico
La presión arterial se mide con la ayuda de un dispositivo para medir la presión. En casos más graves, puede ser necesario controlar la presión arterial durante 24 horas. El diagnóstico también incluye examinar los órganos del cuerpo para conocer los niveles de daño debido a la afección. Esto implica un examen médico exhaustivo, un estudio de la historia clínica, electrocardiografía y análisis de sangre y orina. La frecuencia cardíaca baja se puede diagnosticar con la ayuda de pruebas, como electrocardiograma, electrofisiología, prueba Holter y pruebas de esfuerzo físico.
Cambios en el estilo de vida
Un estilo de vida saludable, con ejercicio adecuado y una dieta nutritiva, es fundamental para mantener su corazón en buenas condiciones. Los estilos de vida sedentarios, la obesidad, el tabaquismo y la bebida debilitan el corazón y pueden causar presión arterial alta y pulso bajo. El estrés, la ira y el nerviosismo también desencadenan estos problemas. Las terapias alternativas como el yoga, la meditación, la acupuntura y el reiki también pueden ayudar a mantener la presión arterial y el pulso en niveles normales.