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Las respuestas primarias y secundarias del cuerpo humano corresponden a la capacidad del sistema inmunológico para defenderse de organismos externos como una enfermedad, un virus o una bacteria. Esta reacción primaria es la primera línea de defensa, y la secundaria es el último intento del cuerpo de expulsar al invasor.
Respuesta primaria
Como primera línea de defensa, el cuerpo desencadena la respuesta inmune primaria cuando se detecta un antígeno dañino. Este organismo puede ser una molécula o sustancia que, cuando ingresa al cuerpo humano, provoca la producción de anticuerpos por parte del sistema inmunológico. Estas defensas luego intentan matar o neutralizar al atacante identificado como un organismo externo o peligroso. Después de ser atacado, el cuerpo pasa por un período de retraso de 10 días a cuatro semanas, hasta que comienza la producción de anticuerpos.
Respuesta primaria II
Durante la fase de retardo, los linfocitos B se preparan para dividirse y comenzar a producir las defensas del cuerpo, creadas específicamente para destruir los antígenos dañinos. La cantidad de anticuerpos que se liberan en el torrente sanguíneo es la misma que la de los organismos invasores, y ese número disminuye lentamente cuando los antígenos ya no están presentes en el cuerpo humano. A medida que avanza la respuesta inmunitaria primaria, mejora la calidad de los anticuerpos.
Respuesta secundaria
La respuesta inmune secundaria ocurre después de que un antígeno, que ya ha invadido el cuerpo, ataca nuevamente. Sin embargo, el ataque debe ser realizado por el mismo virus o bacteria que sea exactamente del mismo tipo que la anterior, por ejemplo, cuando un individuo se reinfecta por la misma gripe. Tan pronto como el organismo se considera una amenaza mayor, la cantidad de anticuerpos, creados específicamente por el cuerpo para este tipo de virus de la influenza durante la primera infección, aumenta sin tener que esperar el período de demora.
Respuesta secundaria II
Una vez que el antígeno se elimina por completo nuevamente, los niveles de anticuerpos disminuyen incluso más que en la primera respuesta. Solo los más dominantes sobreviven, sin embargo, tienen en cuenta el tipo de virus para actuar nuevamente, en caso de que ocurra una nueva infección.
