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Los seres vivos, a lo largo de la evolución, desarrollaron órganos y sistemas especializados en la interacción entre el organismo y el medio ambiente. Los seres humanos son capaces de oler, ver la luz, las formas y los colores, percibir el tacto, escuchar sonidos dentro de un rango de frecuencia específico y percibir el sabor de la comida. Además de estos sentidos clásicos, surge la duda en cuanto a un sexto sentido, un tema que involucra ficción y ciencia. Con una nueva investigación, nuestro conocimiento se expande hasta el punto en que podemos desvelar lo que antes se consideraba algo místico.
El olor
El olfato es la capacidad de oler, sea agradable o no. La nariz es el órgano que representa el sistema olfativo: cuando respiramos, las moléculas responsables del aroma ingresan a la nariz y alcanzan las células olfativas en la parte superior de la cavidad nasal. Luego envían impulsos nerviosos al cerebro, donde se producen las sensaciones relacionadas con los aromas. Este sistema detecta un aroma a la vez y puede ser una combinación o de una sola fuente. Si hay varios aromas, dominará el más intenso y, con el tiempo, se producirá la adaptación y el olor fuerte se volverá imperceptible. Este sentido se combina con el paladar para constituir el sabor de la comida.
La visión
Es gracias a la visión que podemos ver. Los ojos son los órganos que transforman la información de la luz en impulsos eléctricos que se envían al cerebro. Allí, estos estímulos se transforman en imágenes. La parte frontal del ojo actúa como una lente, haciendo converger los rayos de luz hacia la retina, donde las células nerviosas capturan y, a través de reacciones químicas dependientes de la luz, producen estímulos eléctricos que se envían a la parte posterior de la corteza cerebral. Allí se forman las imágenes que vemos.
El tacto
El tacto es uno de los sentidos humanos, representado principalmente por la piel, donde se encuentran los receptores encargados de recibir el estímulo mecánico y enviarlo al cerebro. Estos receptores son largas extensiones de neuronas ubicadas fuera del cerebro y que forman nervios. Después de ser estimulados, envían señales eléctricas al cerebro, donde llegan a ciertas regiones especializadas para el tacto. De esa manera, podemos sentir el toque de objetos o personas.
El oir
El principal órgano responsable de recibir las ondas sonoras es el oído, dividido en oído externo, medio e interno. El oído externo es responsable de hacer converger las ondas sonoras y transferirlas del aire a los huesos microscópicos del oído medio. Estos pequeños huesos, a su vez, transfieren la vibración al líquido ubicado en el oído interno, que estimula los receptores allí presentes. Estos receptores luego generan estímulos nerviosos que se envían al cerebro para percibir sonidos.
El sabor
El paladar nos permite sentir y diferenciar sabores. El principal órgano responsable de esto es la lengua, pero el sabor final que sentimos es una combinación de gusto y olfato, es decir, gusto y aroma. Hay regiones de la lengua que son más sensibles a lo dulce, lo salado, lo ácido y lo amargo. Después de llevarse algo de comida a la boca, los receptores ubicados en la lengua envían los estímulos al cerebro, donde se produce la percepción de sabores.
El sexto sentido
El sexto sentido se ve como intuición en algunas culturas. No hay consenso ni prueba científica de su naturaleza. Algunos dicen que está relacionado con la glándula pineal en la cabeza cuando se trata de sensibilidades relacionadas con lo sobrenatural. En general, el sexto sentido o intuición se aborda actualmente como una mezcla entre lo científico y lo místico (aquello que aún no ha sido logrado por la ciencia, lo desconocido). Se espera que se agregue más información a medida que se realicen más investigaciones científicas de alto nivel.
Otros sentidos
Otros sentidos menos percibidos por las personas son fundamentales para el ser humano. La propiocepción es la ubicación espacial del cuerpo. Nos permite tener una idea de la ubicación de las partes del cuerpo independientemente de la visión. Sin él, incluso caminar se vuelve difícil. El equilibrio, formado por parte del oído interno y los músculos de la columna, nos permite estar de pie. A través de la piel somos capaces de percibir la presión, la temperatura y el dolor, además del tacto. Cada una de estas capacidades humanas tiene su propia región en el cerebro y sus propias vías para llevarle información.